jueves, 9 de abril de 2009

Cuídame las Hamadríades




En el Universo existe una realidad paralela a la nuestra que los ojos humanos no pueden ver...pero que está. Seres fantásticos la pueblan en una multiplicidad increíble y los públicos antiguos solían ser receptivos a sus mensajes.



Así, de algún modo, la humanidad descubrió a las hadas y a las brujas. Se supo también que las hadas se habían separado de las brujas mudándose primeras a la tierra de la fantasía. Y no sólo eso...A muchas de ellas les crecieron alas y así aparecieron en numerosos cuentos.


A las que no se les dio por esa coquetería se las llamó NINFAS... y fueron muchísimas más...




Mosaico del dios Pan con una Hamadríade


Los griegos antiguos les pusieron nombre a las ninfas de los árboles: Hamadríades o Adríades.

Sí, parecido a las Dríades, pero relacionadas con un único árbol de tal modo que mueren si éste se corta. Por esta razón, las dríades y los dioses castigaban a los mortales que dañaban a los árboles.

En El banquete de los eruditos Ateneo menciona a ocho hamadríades, hijas de Óxilo y una doncella llamada Hamadría:


Karya (‘castaño, nogales, avellanos’);
Balanos (‘encina’);
Kraneia (‘cornejo’);
Morea (‘morera’);
Aigeiros (‘chopo o álamo’);
Ptelea (‘olmo’);
Ampelos (‘vid’);
Syke (‘higuera’).



Soneto a la ciencia
Edgar Allan Poe



Ciencia! ¡verdadera hija del tiempo tú eres!
que alteras todas las cosas con tus escrutadores ojos.
¿Por qué devoras así el corazón del poeta,
buitre, cuyas alas son obtusas realidades?

¿Cómo debería él amarte? o ¿cómo puede juzgarte sabia
aquel a quien no dejas en su vagar
buscar un tesoro en los enjoyados cielos,
aunque se elevara con intrépida ala?

¿No has arrebatado a Diana de su carro?
¿Ni expulsado a las Hamadríades del bosque
para buscar abrigo en alguna feliz estrella?

¿No has arrancado a las Náyades de la inundación,
al Elfo de la verde hierba, y a mí
del sueño de verano bajo el tamarindo?

Edgar Allan Poe no se contenta con las Hamadríades...trae también a las NÁYADES, ninfas del agua dulce

Náyades en el baño, de Giorgio de Chirico.

y a los Elfos, apreciados también por Schubert que le dedicó esta obra a la leyenda del Erlkönig










No hay comentarios: