viernes, 6 de julio de 2012

La Argentina insolente


♦♦♦La RAE dice sobre la insolencia:
insolencia. (Del lat. insolentĭa).

1. f. Atrevimiento, descaro.
2. f. Dicho o hecho ofensivo e insultante.
3. f. Acción desusada y temeraria.

♦♦♦

Una vez conocido el significado del término, lea la contribución de mi amiga Adelma. Ella está muy lejos, en Suiza, pero siempre piensa en mí, es mi amiga. Sabe lo que me interesa y cuando lee algo que podría ser de mi interés se dice: esto es para Jacinta.
Creo que es para muchos más que yo. Porque somos una enormidad, opacados por unos cuantos sinvergüenzas.
Los dejo con el artículo, hágase responsable.
Es largo, no se canse y lo deje por la mitad,... hay mucha sustancia como para desperdiciarla.

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 La Argentina Insolente

En mi casa me enseñaron bien. Cuando yo era un niño, en mi casa me enseñaron a honrar dos reglas sagradas:
  • Regla N° 1: En esta casa las reglas no se discuten.
  • Regla N° 2: En esta casa se debe respetar a papá y mamá.

Y estas reglas se cumplían en ese estricto orden. Una exigencia de mamá, que nadie discutía... Ni siquiera papá. 
Astuta la vieja, porque así nos mantenía a raya con la simple amenaza: “Ya van a ver cuando llegue papá”. Porque las mamás estaban en su casa. Porque todos los papás salían a trabajar... Porque había trabajo para todos los papás, y todos los papás volvían a su casa.
No había que pagar rescate o ir a retirarlos a la morgue. El respeto por la autoridad de papá (desde luego, otorgada y sostenida graciosamente por mi mamá) era razón suficiente para cumplir las reglas.
Usted probablemente dirá que ya desde chiquito yo era un sometido, un cobarde conformista o, si prefiere, un pequeño fascista, pero acépteme esto: era muy aliviado saber que uno tenía reglas que respetar. Las reglas me contenían, me ordenaban y me protegían. Me contenían al darme un horizonte para que mi mirada no se perdiera en la nada, me protegían porque podía apoyarme en ellas dado que eran sólidas... Y me ordenaban porque es bueno saber a qué atenerse. De lo contrario, uno tiene la sensación de abismo, abandono y ausencia.

Las reglas a cumplir eran fáciles, claras, memorables y tan reales y consistentes como eran “lavarse las manos antes de sentarse a la mesa” o “escuchar cuando los mayores hablan”.

Había otro detalle, las mismas personas que me imponían las reglas eran las mismas que las cumplían a rajatabla y se encargaban de que todos los de la casa las cumplieran. No había diferencias. Éramos todos iguales ante la Sagrada Ley Casera.

Sin embargo, y no lo dude, muchas veces desafié “las reglas” mediante el sano y excitante proceso de la “travesura” que me permitía acercarme al borde del universo familiar y conocer exactamente los límites. Siempre era descubierto, denunciado y castigado apropiadamente. .
La travesura y el castigo pertenecían a un mismo sabio proceso que me permitía mantener intacta mi salud mental. No había culpables sin castigo y no había castigo sin culpables. No me diga, uno así vive en un mundo predecible..
El castigo era una salida terapéutica y elegante para todos, pues alejaba el rencor y trasquilaba a los privilegios. Por lo tanto las travesuras no eran acumulativas. Tampoco existía el dos por uno. A tal travesura tal castigo. Nunca me amenazaron con algo que no estuvieran dispuestos y preparados a cumplir.

Así fue en mi casa. Y así se suponía que era más allá de la esquina de mi casa. Pero no. Me enseñaron bien, pero estaba todo mal. Lenta y dolorosamente comprobé que más allá de la esquina de mi casa había “travesuras” sin “castigo”, y una enorme cantidad de “reglas” que no se cumplían, porque el que las cumple es simplemente un estúpido (o un boludo, si me lo permite decir).

El mundo al cual me arrojaron sin anestesia estaba patas para arriba. Conocí algo que, desde mi ingenuidad adulta (sí, aún sigo siendo un ingenuo), nunca pude digerir, pero siempre me lo tengo que comer: "la impunidad".

¿Quiere saber una cosa? En mi casa no había impunidad. En mi casa había justicia, justicia simple, clara, e inmediata. Pero también había piedad.
Le explicaré: Justicia, porque “el que las hace las paga”.. Piedad, porque uno cumplía la condena estipulada y era dispensado, y su dignidad quedaba intacta y en pie. Al rincón, por tanto tiempo, y listo... Y ni un minuto más, y ni un minuto menos. Por otra parte, uno tenía la convicción de que sería atrapado tarde o temprano, así que había que pensar muy bien antes de sacar los pies del plato.
Las reglas eran claras. Los castigos eran claros. Así fue en mi casa. Y así creí que sería en la vida.. Pero me equivoqué.

Hoy debo reconocer que en mi casa de la infancia había algo que hacía la diferencia, y hacía que todo funcionara. En mi casa había una “Tercera Regla” no escrita y, como todas las reglas no escritas, tenía la fuerza de un precepto sagrado. Esta fue la regla de oro que presidía el comportamiento de mi casa:
  • Regla N° 3: No sea insolente. Si rompió la regla, acéptelo, hágase responsable, y haga lo que necesita ser hecho para poner las cosas en su lugar.

Ésta es la regla que fue demolida en la sociedad en la que vivo.. Eso es lo que nos arruinó. LA INSOLENCIA.

Usted puede romper una regla -es su riesgo-pero si alguien le llama la atención o es atrapado, no sea arrogante e insolente, tenga el coraje de aceptarlo y hacerse responsable. Pisar el césped, cruzar por la mitad de la cuadra, pasar semáforos en rojo, tirar papeles al piso, tratar de pisar a los peatones, todas son travesuras que se pueden enmendar... a no ser que uno viva en una sociedad plagada de insolentes.
La insolencia de romper la regla, sentirse un vivo, e insultar, ultrajar y denigrar al que responsablemente intenta advertirle o hacerla respetar. Así no hay remedio.
El mal de los Argentinos es la insolencia. La insolencia está compuesta de petulancia, descaro y desvergüenza. La insolencia hace un culto de cuatro principios:

- Pretender saberlo todo
- Tener razón hasta morir
- No escuchar
- Tú me importas, sólo si me sirves
.


La insolencia en mi país admite que la gente se muera de hambre y que los niños no tengan salud ni educación. La insolencia en mi país logra que los que no pueden trabajar cobren un subsidio proveniente de los impuestos que pagan los que sí pueden trabajar (muy justo), pero los que no pueden trabajar, al mismo tiempo cierran los caminos y no dejan trabajar a los que sí pueden trabajar para aportar con sus impuestos a aquéllos que, insolentemente, les impiden trabajar.

Léalo otra vez, porque parece mentira.       Así nos vamos a quedar sin trabajo todos.  Porque a la insolencia no le importa, es pequeña, ignorante y arrogante.

Bueno, y así están las cosas. Ah, me olvidaba, ¿Las reglas sagradas de mi casa serían las mismas que en la suya?
¡Qué interesante!  ¿Usted sabe que demasiada gente me ha dicho que ésas eran también las reglas en sus casas?
Tanta gente me lo confirmó que llegué a la conclusión de que somos una inmensa mayoría. Y entonces me pregunto, si somos tantos, ¿por qué nos acostumbramos tan fácilmente a los atropellos de los insolentes?


Yo se lo voy a contestar.
PORQUE ES MÁS CÓMODO, y uno se acostumbra a cualquier cosa, para no tener que hacerse responsable. Porque hacerse responsable es tomar un compromiso y
comprometerse es aceptar el riesgo de ser rechazado, o criticado.

Además, aunque somos una inmensa mayoría, no sirve para nada, ellos son pocos pero muy bien organizados. Sin embargo, yo quiero saber cuántos somos los que estamos dispuestos a respetar estas reglas. Le propongo que hagamos algo para identificarnos entre nosotros.

No tire papeles en la calle. Si ve un papel tirado, levántelo y tírelo en un tacho de basura. Si no hay un tacho de basura, llévelo con usted hasta que lo encuentre. Si ve a alguien tirando un papel en la calle, simplemente levántelo usted y cumpla con la regla 1. No va a pasar mucho tiempo en que seamos varios para levantar un mismo papel.
Si es peatón, cruce por donde corresponde y respete los semáforos, aunque no pase ningún vehículo, quédese parado y respete la regla.
Si es un automovilista, respete los semáforos y respete los derechos del peatón. Si saca a pasear a su perro, levante los desperdicios.

Todo esto parece muy tonto, pero no lo crea, es el único modo de comenzar a desprendernos de nuestra proverbial INSOLENCIA.
Yo creo que la insolencia colectiva tiene un solo antídoto, la responsabilidad individual. Creo que la grandeza de una nación comienza por aprender a mantenerla limpia y ordenada.
Si todos somos capaces de hacer esto, seremos capaces de hacer cualquier cosa.

Porque hay que aprender a hacerlo todos los días..
Ése es el desafío. Los insolentes tienen éxito porque son insolentes todos los días, todo el tiempo. Nuestro país está condenado: O aprende a cargar con la disciplina o cargará siempre con el arrepentimiento.


¿A USTED QUÉ LE PARECE? ¿PODREMOS RECONOCERNOS EN LA CALLE ?
Espero no haber sido insolente.
En ese caso, disculpe.
Dr. Mario Rosen
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El Dr. Mario A. Rosen es médico, educador, escritor. Tiene 63 años. Es socio fundador de Escuela de Vida, Columbia Training System, y Dr. Rosen & Asociados. Desde hace 15 años coordina grupos de entrenamiento en Educación Responsable para el Adulto. 
Ha coordinado estos cursos en Neuquén, Córdoba, Tucumán, Rosario, Santa Fe, Bahía Blanca y en Centro América. 
Médico residente y Becario en Investigación clínica del Consejo Nacional de Residencias Médicas (UBA), Premio Mezzadra de la Facultad de Ciencias Médicas al mejor trabajo de investigación (UBA), concurrió a cursos de perfeccionamiento y actualización en conducta humana en EEUU y Europa. 
Fue invitado a coordinar cursos de motivación en Amway y Essen Argentina, Dealers de Movicom Bellsouth, EPSA, Alico Seguros, Nature, Laboratorios Parke Davis, Melaleuka Argentina y BASF.


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NO ESTÁ MUY LEJOS DE NUESTRA REALIDAD...





miércoles, 30 de mayo de 2012

Apuntes del Paraíso. Parte 1

Villa La Angostura

“Dos suizos en el Nahuel Huapi” es el título del libro que cuenta la vida de Leonhard Ardüser, un suizo que migró con su amigo Paul Boul para establecerse en la Región de los Lagos en 1913.   Ambos habían conocido la región un año antes, trabajando en la  Comisión de Estudios Hidrológicos dirigida por el geólogo  Bailey Willis y codirigida por Emilio FreyJustamente fue este ingeniero, hijo de suizos, quien convenció a Ardüser y a su amigo de comprar algo en este rincón del planeta que Bailey Willis llamó “la pequeña Suiza“.  Luego de recorrer la Línea Sur en aquella comisión, los amigos se enteraron de que estaba en venta la estancia Puerto Manzano (hoy Resort Bahía Manzano), un pequeño paraíso de 625 hectáreas. Su dueño era Christian Boock y pedía por el lote pastoril 50.000 pesos.

Leonhard y Paul lo señaron y viajaron a Suiza a buscar dinero para completar la compra. El 29 de setiembre de 1913 firmaron la escritura que los hizo propietarios.

Recuerda Leonhard en su diario, convertido en libro por su hijo Jorge:

“Me temblaban las piernas, no podía creer que se había cumplido el sueño tan acariciado de tener nuestra tierra muy deseada junto al Nahuel Huapi, al pie de la cordillera, en el lugar más bonito, un pequeño paraíso”.
Aquella noche Ardüser, embriagado de felicidad, no pudo conciliar el sueño. Poco después tomó el tren hasta Neuquén, allí subió al transporte de don Amaranto Suárez  y llegó a Bariloche, donde lo esperaban Paul y los amigos suizos del lugar. Antes de tomar el barco que los transportaría a la nueva propiedad almorzaron con Emilio Frey.

Leonhard Ardüse

Cuenta Leonhard:

“Frey nos felicitó por la concreción de la compra de la estancia.  
‘No son nada tontos –nos dijo–, consiguieron el mejor lugar. Está un poco apartado y medio incomunicado pero es realmente bonito. Lo bueno, y eso ambos lo tienen en común, es que tienen una gran dosis de espíritu de aventura. No se olviden nunca –continuó– de que fui yo el que les metió el sueño del lago y de la cordillera en vuestras cabezas’. 
Y tenía razón. En aquel momento no sabíamos que empezaba la época más linda de nuestras vidas...”.

APUNTES DEL PARAÍSO

Y así fue.
En 1913 Leonhard comenzó un largo y definitivo idilio con este lugar del mundo. Instalados en la estancia, comenzaron a trabajar en lo que más les gustaba: la hacienda. Pusieron en condiciones las instalaciones del lugar, plantaron árboles y rosas, iniciaron la siembra de alfalfa, trigo, avena y pasto para los animales y pasaron el primer invierno frente al Nahuel Huapi.
Leonhard escribe a su madre y a sus hermanas con frecuencia. Las cartas, apuntes de este paraíso, reflejan su profunda alegría de estar aquí. Ardüser, tal como lo registró en su diario de la Línea Sur (editado por Jorge Ardüser bajo el título “Un Suizo en la Patagonia"), es un exquisito observador, dotado de un verdadero espíritu pionero.
Observa, aprende, disfruta, medita, y difícilmente se cuelan en sus escritos las rudas condiciones de vida a las que se enfrentó. Todo parece hacerlo feliz. Apenas hay tres o cuatro momentos de tristeza en tantas páginas.
La primera, cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, de la cual se enteró leyendo un diario que le enviaban desde Davos; la segunda, al recibir la noticia de la muerte de su madre, Luzia Sprecher; por último, cuando se vio obligado a vender Puerto Manzano, en 1921.
El registro de estos años en su diario tiene un formidable valor histórico. Se trata de un registro exhaustivo de vida cotidiana que documenta cómo se vivía en la Región de los Lagos hacia principios de siglo.

Algunas anécdotas son suficientes para imaginarlo.
A la estancia llegaban en barco.
En aquel tiempo había muy pocos en funcionamiento, el “Cóndor”, el “Cachirulo” y la lancha de la gobernación. Estas embarcaciones tocaban algunos puntos poblados del gran lago, como la propiedad el doctor O’Connor en península Beatriz y la propiedad de don Primo Capraro, en el Correntoso.
El mercado más importante en aquellos años era ChileAllí se llevaba hacienda y rollizos de ciprés por Puyehue. Los amigos, junto a dos empleados, atravesaron jornadas agobiantes hasta poner en producción el lugar. Pronto comenzaron a fabricar quesos que tenían una excelente aceptación y, debido a que el verano llevó a Puerto Manzano turistas de paso para Puerto Blest y Chile, idearon un parador para los viajeros.
A partir de 1915, cuando llegó a vivir a la estancia Emma Lechleitner, la novia de Paul Boul, servirían almuerzos a los turistas que pasaban en verano por la propiedad.  Emma y Paul se habían conocido en Suiza un par de años antes y el 3 de marzo se casaron en el Hotel de Inmigrantes, apenas ella bajó del barco que la trajo al país.
Emma se sintió feliz al conocer su nueva morada y aceptó hacer los almuerzos para turistas y ayudar en el boliche que abrieron en 1916 para abastecer de víveres e insumos de campo a los habitantes de las inmediaciones.  Un capítulo conmovedor de esta historia es la que refleja la amistad que se forjó entre los suizos del lugar, los primeros pobladores de la región, y sobre todo la que se mantuvo a través de toda una vida entre Paul y Leonhard.
En mayo de 1916 nació la primera hija de Paul y Emma.  Fue entonces donde comenzaron a presentarse dificultades. A Emma le tocó parir con la ayuda de su esposo, porque un temporal hizo imposible la llegada de la partera Bárbara Dräsckler.
“Betty nació el 27 de mayo y gracias a Dios todo salió bien. Emma se asustó y luego le dijo a Paul: ‘Para estas emergencias estamos realmente aislados.También estoy pensando qué va a pasar cuando tenga que ir a la escuela’. Paul le respondió: ‘Ésta es la vida de los pioneros, no se les regala absolutamente nada’”, anota Leonhard en su diario.
Poco después, Emma tuvo apendicitis y la salvaron de milagro luego de transportarla al hospital de Puerto Montt, donde fue operada.





Eso ocurrió luego de terminada la guerra, cuando Leonhard pudo regresar a Suiza para ocuparse de la sucesión de su familia. A su regreso, Paul y Emma le comunicaron que habían decidido dejar Puerto Manzano. Emma sentía que vivían en peligro en aquel lugar.
 "‘Vivir allí –decía– era un lujo, un hobby un poco caro y faltaba mucho para que la región se desarrollara’. En realidad Paul estaba resumiendo problemas que yo y todos los colonos conocemos de sobra y que algunos los padecen más que otros. Además no mencionó lo más patético –se lamenta Ardüser–, que toda la Patagonia, incluida esta región, está totalmente abandonada por el gobierno central. Para ellos simplemente no existimos. En cambio se empiezan a escuchar voces de nacionalistas y algunos políticos que están molestos porque para ellos la región está poblada únicamente por gringos y chilenos. Pero se olvidan que precisamente esta gente está haciendo patria y luchando contra la adversidad climática y de todo tipo, tratando de sobrevivir”.
Leonhard estaba realmente apenado por la decisión, pero la juzgó comprensible y lamentó entonces no tener dinero suficiente para comprar la parte a su amigo.
“Se me hizo difícil, porque aquí estoy a gusto, estoy en el paraíso, estoy feliz y no necesito más. El dinero no me importa, vivo bien y realmente el dinero no me asusta”, escribe en silencio.
En mayo de 1920, los amigos vendieron la propiedad a Ernesto Jewell. Una firma ponía fin a un sueño. Leonhard se quedó con una propiedad en Bariloche que habían adquirido junto con la estancia. Ese año nació la segunda hija de Paul y Emma, Paüly y en 1921 arrendaron una estancia en San Andrés de Giles.
Siguió un período de crisis ganadera y otra vez el amigo Emilio Frey los trajo al Nahuel Huapi. Sabía que buscaban un administrador para la estancia Far West en la península Huemul, propiedad de Aarón Anchorena y Carlos Ortiz Basualdo.
Allí vivieron Paul, su familia y Leonhard junto a una verdadera comunidad de suizos, desde 1922 a 1925, año en que retornaron a su país. “El objetivo de los dueños –cuenta– es convertir el lugar en una estancia modelo, con tambo y quesería. La producción será vendida a la empresa Lahusen y Cía.”.
Las cosas no fueron como planearon y los amigos regresaron a Davos. Poco después, en 1928, Leonhard se casó con Gertrud Martha Keller, con quien tuvo 4 hijos: Dolores, Leonardo, Jorge y Beatriz. Paul murió allí en 1941 y, en 1946, su viejo amigo Leonhard decidió regresar al Nahuel Huapi, lugar que había añorado durante 21 años.
A los 62 años, Ardüser volvía a retomar sus sueños.  Por primera vez llegó a Bariloche en tren. Esta vez con su propia familia. Lo recibieron su compadre Emilio Frey y algunos de sus viejos amigos suizos.
Leonhard, quien había conservado una propiedad en Bariloche, retomaba su propia historia. Su padre había sido hotelero y guía de montaña. Él mismo había hecho estudios de hotelería en Suiza y en 1947 compró el Hotel Bahía López a Matilde Capraro. Junto a su esposa explotaron y jerarquizaron el hotel hasta 1954.
“En esa labor fuimos secundados por nuestros hijos Dolores y Jorge”.
Por entonces Leonhard se especializó en Suiza en electricidad de automóviles. En 1954 alquilaron el Hotel Bahía López y colaboraron en la Hostería que abrió Dolly en Pampa Linda.
En tanto, Ardüser alquiló el casco de Puerto Manzano. Leonhard volvía a su paraíso perdido. Allí, junto a su mujer y con la ayuda de su hija Beatriz, explotó un pequeño salón de té junto al muelle.
Jorge, entre 1955 y 1958 trabajó en el Hotel Correntoso con la familia Capraro y en 1960 regresó a Suiza para especializarse en el rubro hotelería y gastronomía de primer nivel. Entonces se casó con Gisela, con quien volvió a la Argentina en 1961.

 

Casita Suiza, Quaglia 342, Bariloche
En 1960, Gertrud había convencido a su esposo de construir una pequeña hostería en el solar que les quedaba en Quaglia 342. La llamaron Casita Suiza y desde hace 44 años está atendida por la tercera generación de Ardüser. Primero por Leonhard y Gertrud, luego por Jorge y Gisela (quienes viven hoy en Puerto Manzano) y actualmente por los hijos de ellos, Juan Jorge y Astrid.

HOY (23 de febrero de 2009), JUAN NOS SIRVIÓ EL DESAYUNO EN CASITA SUIZA ANTES DE PARTIR DE BARILOCHE CAMINO A EL BOLSÓN


domingo, 27 de mayo de 2012

LA CÁRCEL... Para Lils y Abel y tal vez, para el mustaṣwif que conduce nuestro actual mundo

Mezquita de Granada

La prisión

(cuento sufí)

El mundo es una prisión y nosotros somos los prisioneros: ¡haz un boquete en el muro de la prisión y sal de ella! Jalal al-Din Rumi. (Masnavi I, 982).

Imagínate a un hombre que tiene que rescatar a gente de cierta prisión. Se ha decidido que sólo hay un modo plausible de llevar esto a cabo. El libertador tiene que entrar en la prisión sin atraer la atención. Debe permanecer allí relativamente libre para actuar durante cierto período. La solución escogida es que entrará como convicto.

Por consiguiente, hace los preparativos, oportunos para que le capturen y le sentencien. Como otros que han caído víctimas de este sistema, se le envía a la prisión que es su meta.

Cuando llega, sabe que se le ha despojado de cualquier posible dispositivo que le pudiese haber ayudado en una escapada. Todo lo que posee es su plan, su ingenio, su habilidad y su conocimiento. Por lo demás, tiene que arreglárselas con equipo improvisado, adquirido en la propia prisión.

El mayor problema es que los prisioneros sufren de psicosis carcelaria. Esto les hace pensar que su prisión es el mundo entero. Otra característica es el olvido de partes esenciales de su pasado. Por consiguiente, casi no poseen memoria alguna de la existencia, perfil y detalle del mundo exterior.

La historia de los compañeros de prisión de este hombre es una historia carcelaria. Sus vidas son vidas carcelarias. Piensan y actúan en base a ello.
Mausoleo del  Sheikh Rukn-ud-Din Abul Fath (1251-1335) conocido por el título Rukn-e-Alam (pilar del mundo). Comúnmente llamado Shah Alam Rukne, fue uno de los santos sufíes eminentes de Multan, Pakistán.

Por ejemplo, en vez de acumular pan como provisión para la huida, lo moldean y hacen dominós con los cuales juegan. Saben que alguno de estos juegos son diversiones, pero otros los consideran reales.

A las ratas, que podían entrenar como medio de comunicación con el exterior, las tratan como animales domésticos.

Beben el líquido de limpieza que contiene alcohol, el cual les produce alucinaciones placenteras. Considerarían una triste pérdida, incluso un crimen, si alguien lo usase para drogar y dejar inconscientes a los guardianes, haciendo posible la huida.

El problema se agrava, ya que los desdichados han olvidado el significado de algunas de las palabras normales que hemos estado usando. Si les pides una definición para palabras tales como "provisiones", "viaje", "huida", obtendrías una lista de significaciones como "rancho carcelario", "caminar de un bloque de celdas a otro", y "evitar el castigo por parte de los guardianes".

"El mundo exterior" sonaría a sus oídos como una extraña contradicción: "Ya que éste es el mundo, este lugar donde vivimos -dirían-, ¿cómo puede haber otro fuera?".

El hombre que está trabajando en el plan de rescate, al principio, sólo puede actuar mediante analogía.

Hay pocos prisioneros que acepten sus analogías, ya que a ellos les parecen locos balbuceos. Cuando dice "necesitamos provisiones para nuestro viaje de huida al mundo exterior", por supuesto, a ellos les suena como el absurdo siguiente: "Necesitamos provisiones -alimentos para usar en la prisión- para nuestro viaje -trasladarnos de un bloque de celdas a otro- de huida -evitar el castigo de los guardianes- al mundo exterior -a la prisión exterior..."

Algunos de los prisioneros de mente más seria puede que digan que quieren entender el significado de sus palabras, pero ya han olvidado el lenguaje del mundo exterior.
Cuando este hombre muere, algunos de los prisioneros hacen de sus palabras y actos un culto carcelario. Lo utilizan para consolarse a sí mismos y para encontrar argumentos contra el siguiente libertador que se las ingenie para llegar hasta ellos.

Sin embargo, una minoría, de vez en cuando, escapa.



darwīš (درويش),  aspirante a sufí

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 Sufismo (en idioma árabe تصوف taṣawwuf) es una de las denominaciones que se han dado al aspecto esotérico del Islam.


Al término taṣawwuf, derivado de la raíz ṣ/w/f, se le han asociado varias etimologías.


La primera de ellas parece relacionarse con la ‘lana’ (ṣūf), debido a que los primeros en ser descritos como sufíes vestían sólo prendas simples de lana, que era considerado un tejido humilde y barato.
Otra de las etimologías lo asocia a pureza (ṣafā), pues consideran que ese es el elemento distintivo del sufí.
Aún otra relaciona sufí con la «gente del sofá» (ahl al-ṣufa), que eran los compañeros del Profeta que se aposentaban en una estructura cercana a su casa mezquita en Medina, donde permanecían en adoración separados del mundo durante largos periodos.
Por encima de estas denominaciones Huŷwiri (m. 1077), autor de uno de los tratado de sufismo persa más antiguos, comenta:




Para los sufíes el significado de taṣawwuf está más claro que la luz del sol y no necesita ninguna explicación o indicación. Como sufí no admite ninguna explicación, todo son conjeturas, tanto si reconocen la dignidad del nombre como si no, cuando tratan de comprender su significado.
Los perfectos de entre ellos son llamados sufíes, y los aspirantes de rango inferior (šalibūn) entre ellos son llamados mutaṣawwif; porque taṣawwuf pertenece a la misma forma de tafa'aul, que implica ‘afrontar los problemas’ (takalluf), y es una rama de la raíz original.

La diferencia entre ambos en significado y etimologia es evidente. La pureza (ṣafā) es una santidad con un signo y una relación (riwāya), el sufismo es una resignada imitación de pureza. La pureza, entonces, es una resplandeciente y evidente idea, y el sufismo es una imitación de esa idea. Sus seguidores en este nivel son de tres tipos: los sufíes, los mutaṣawwif, y los mustaṣwif.
El sufí es aquel que está muerto para sí mismo y vive por la Verdad; ha escapado de las ataduras de las características humanas y realmente alcanzado (a Dios). El mutaṣawwif es aquél que trata de alcanzar este rango mediante el esfuerzo (muŷahada) y en su búsqueda rectifica su conducta de acuerdo con su ejemplo (de los sufíes).
El mustaṣwif es el que trata de hacerse pasar como uno de ellos persiguiendo el dinero y la riqueza y el poder y la prosperidad material, pero no tiene conocimiento de estas dos cosas.

A. Hujwiri
danza de los derviches. Cécile Houël




jueves, 24 de mayo de 2012

PAMPLINAS...O NO

Se más bueno de lo necesario, porque todos los que encuentras en tu camino están luchando alguna batalla.

Cuida tus palabras, pueden llegar a cortar tu propia lengua.

Si quieres que se cumplan tus sueños, no debes quedarte dormido.

De todas las cosas que portas, tu expresión es lo más importante.

La mejor vitamina para hacerse de amigos, B1

La felicidad en tu vida depende de la calidad de tus pensamientos.

Lo más pesado que puedes cargar, es el rencor.

Una cosa que siempre puedes dar e igual quedártela, es tu palabra.

La peor mentira se dice cuando te mientes a tí mismo.

Si te falta coraje para empezar, ya has terminado.

Una cosa que no puedes reciclar es el tiempo perdido.

Las ideas no funcionan a menos que se crea en ellas.

La mente es como un paracaídas, funciona sólo cuando se abre...

Perseguir la felicidad es la carrera de toda la vida...

Nunca es tarde ser lo que se hubiera gustado ser.

La vida es demasiado corta para despertar con remordimientos, ama a las personas que te tratan bien y olvídate de los que no lo hacen.

Cree que todo pasa por alguna razón y si te dan una segunda oportunidad agárrala con ambas manos...Si cambia tu vida, deja que la cambie.

LA VIDA NUNCA ES FÁCIL. PERO VALE LA PENA VIVIRLA.








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lunes, 21 de mayo de 2012

El pueblo consiguió con plenitud sus fines generosos. En primer término, logró que la Compañía aceptara la suma del poder público. (Esa unificación era necesaria, dada la vastedad y complejidad de las nuevas operaciones.)



Como todos los hombres de Babilonia, he sido procónsul; como todos, esclavo; también he conocido la omnipotencia, el oprobio, las cárceles.

Miren: a mi mano derecha le falta el índice.
Miren: por este desgarrón de la capa se ve en mi estómago un tatuaje bermejo; es el segundo símbolo, Beth. Esta letra, en las noches de luna llena, me confiere poder sobre los hombres cuya marca es Ghimel, pero me subordina a los de Aleph, que en las noches sin luna deben obediencia a los de Ghimel.

En el crepúsculo del alba, en un sótano, he yugulado ante una piedra negra toros sagrados. Durante un año de la luna, he sido declarado invisible: gritaba y no me respondían, robaba el pan y no me decapitaban. He conocido lo que ignoran los griegos: la incertidumbre.

En una cámara de bronce, ante el pañuelo silencioso del estrangulador, la esperanza me ha sido fiel; en el río de los deleites, el pánico.
Heráclides Póntico refiere con admiración que Pitágoras recordaba haber sido Pirro y antes Euforbo y antes algún otro mortal; para recordar vicisitudes análogas yo no preciso recurrir a la muerte ni aún a la impostura. Debo esa variedad casi atroz a una institución que otras repúblicas ignoran o que obra en ellas de modo imperfecto y secreto: la lotería.
No he indagado su historia; sé que los magos no logran ponerse de acuerdo; sé de sus poderosos propósitos lo que puede saber de la luna el hombre no versado en astrología.


Soy de un país vertiginoso donde la lotería es parte principal de la realidad: hasta el día de hoy, he pensado tan poco en ella como en la conducta de los dioses indescifrables o de mi corazón. Ahora, lejos de Babilonia y de sus queridas costumbres, pienso con algún asombro en la lotería y en las conjeturas blasfemas que en el crepúsculo murmuran los hombres velados.

Mi padre refería que antiguamente ¿cuestión de siglos, de años? la lotería en Babilonia era un juego de carácter plebeyo. Refería (ignoro si con verdad) que los barberos despachaban por monedas de cobre rectángulos de hueso o de pergamino adornados de símbolos. En pleno día se verificaba un sorteo: los agraciados recibían, sin otra corroboración del azar, monedas acuñadas de plata.
Jardines colgantes de Babilonia. Pintura del siglo XVI del alemán Martin Heemskerck.


El procedimiento era elemental, como ven ustedes. Naturalmente, esas «loterías» fracasaron. Su virtud moral era nula. No se dirigían a todas las facultades del hombre: únicamente a su esperanza. Ante la indiferencia pública, los mercaderes que fundaron esas loterías venales, comenzaron a perder el dinero.

Alguien ensayó una reforma: la interpolación de unas pocas suertes adversas en el censo de números favorables. Mediante esa reforma, los compradores de rectángulos numerados corrían el doble albur de ganar una suma y de pagar una multa a veces cuantiosa. Ese leve peligro (por cada treinta números favorables había un número aciago) despertó, como es natural, el interés del público. Los babilonios se entregaron al juego. El que no adquiría suertes era considerado un pusilánime, un apocado. Con el tiempo, ese desdén justificado se duplicó. Era despreciado el que no jugaba, pero también eran despreciados los perdedores que abonaban la multa.

La Compañía (así empezó a llamársela entonces) tuvo que velar por los ganadores, que no podían cobrar los premios si faltaba en las cajas el importe casi total de las multas. Entabló una demanda a los perdedores: el juez los condenó a pagar la multa original y las costas o a unos días de cárcel.

Todos optaron por la cárcel, para defraudar a la Compañía. De esa bravata de unos pocos nace el todo poder de la Compañía: su valor eclesiástico, metafísico. Poco después, los informes de los sorteos omitieron las enumeraciones de multas y se limitaron a publicar los días de prisión que designaba cada número adverso. Ese laconismo, casi inadvertido en su tiempo, fue de importancia capital. Fue la primera aparición en la lotería de «elementos no pecuniarios».

El éxito fue grande. Instada por los jugadores, la Compañía se vio precisada a aumentar los números adversos. Nadie ignora que el pueblo de Babilonia es muy devoto de la lógica, y aun de la simetría. Era incoherente que los números faustos se computaran en redondas monedas y los infaustos en días y noches de cárcel.
Tetradracma del siglo III a.C. Babilonia.

Algunos moralistas razonaron que la posesión de monedas no siempre determina la felicidad y que otras formas de la dicha son quizá más directas. Otra inquietud cundía en los barrios bajos. Los miembros del colegio sacerdotal multiplicaban las apuestas y gozaban de todas las vicisitudes del terror y de la esperanza; los pobres (con envidia razonable o inevitable) se sabían excluidos de ese vaivén, notoriamente delicioso.

El justo anhelo de que todos, pobres y ricos, participasen por igual en la lotería, inspiró una indignada agitación, cuya memoria no han desdibujado los años. Algunos obstinados no comprendieron (o simularon no comprender) que se trataba de un orden nuevo, de una etapa histórica necesaria... Un esclavo robó un billete carmesí, que en el sorteo lo hizo acreedor a que le quemaran la lengua. El código fijaba esa misma pena para el que robaba un billete.

Algunos babilonios argumentaban que merecía el hierro candente, en su calidad de ladrón; otros, magnánimos, que el verdugo debía aplicárselo porque así lo había determinado el azar... Hubo disturbios, hubo efusiones lamentables de sangre; pero la gente babilónica impuso finalmente su voluntad, contra la oposición de los ricos.

El pueblo consiguió con plenitud sus fines generosos. En primer término, logró que la Compañía aceptara la suma del poder público. (Esa unificación era necesaria, dada la vastedad y complejidad de las nuevas operaciones.)   En segundo término, logró que la lotería fuera secreta, gratuita y general. Quedó abolida la venta mercenaria de suertes. Ya iniciado en los misterios de Bel, todo hombre libre automáticamente participaba en los sorteos sagrados, que se efectuaban en los laberintos del dios cada sesenta noches y que determinaban su destino hasta el otro ejercicio.

Las consecuencias eran incalculables. Una jugada feliz podía motivar su elevación al concilio de magos o la prisión de un enemigo (notorio o íntimo) o el encontrar, en la pacífica tiniebla del cuarto, la mujer que empieza a inquietarnos o que no esperábamos rever; una jugada adversa: la mutilación, la variada infamia, la muerte.
Rafael. Escuela de Atenas. Magos, palabra derivada del término babilónico magí, usado desde el siglo IV a.C. para designar a los seguidores de Zoroastro.
 A veces un solo hecho -el tabernario asesinato de C, la apoteosis misteriosa de B- era la solución genial de treinta o cuarenta sorteos. Combinar las jugadas era difícil; pero hay que recordar que los individuos de la Compañía eran (y son) todopoderosos y astutos. En muchos casos, el conocimiento de que ciertas felicidades eran simple fábrica del azar, hubiera aminorado su virtud; para eludir ese inconveniente, los agentes de la Compañía usaban de las sugestiones y de la magia. Sus pasos, sus manejos, eran secretos.

Para indagar las íntimas esperanzas y los íntimos terrores de cada cual, disponían de astrólogos y de espías. Había ciertos leones de piedra, había una letrina sagrada llamada Qaphqa, había unas grietas en un polvoriento acueducto que, según opinión general, daban a la Compañía; las personas malignas o benévolas depositaban delaciones en esos sitios. Un archivo alfabético recogía esas noticias de variable veracidad. Increíblemente, no faltaron murmuraciones.

La Compañía, con su discreción habitual, no replicó directamente. Prefirió borrajear en los escombros de una fábrica de caretas un argumento breve, que ahora figura en las escrituras sagradas. Esa pieza doctrinal observaba que la lotería es una interpolación del azar en el orden del mundo y que aceptar errores no es contradecir el azar: es corroborarlo. Observaba asimismo que esos leones y ese recipiente sagrado, aunque no desautorizados por la Compañía (que no renunciaba al derecho de consultarlos), funcionaban sin garantía oficial. Esa declaración apaciguó las inquietudes públicas.

También produjo otros efectos, acaso no previstos por el autor. Modificó hondamente el espíritu y las operaciones de la Compañía. Poco tiempo me queda; nos avisan que la nave está por zarpar; pero trataré de explicarlo. Por inverosímil que sea, nadie había ensayado hasta entonces una teoría general de los juegos. El babilonio es poco especulativo. Acata los dictámenes del azar, les entrega su vida, su esperanza, su terror pánico, pero no se le ocurre investigar sus leyes laberínticas, ni las esferas giratorias que lo revelan.

Sin embargo, la declaración oficiosa que he mencionado inspiró muchas discusiones de carácter jurídico-matemático. De alguna de ellas nació la conjetura siguiente: Si la lotería es una intensificación del azar, una periódica infusión del caos en el cosmos ¿no convendría que el azar interviniera en todas las etapas del sorteo y no en una sola? ¿No es irrisorio que el azar dicte la muerte de alguien y que las circunstancias de esa muerte -la reserva, la publicidad, el plazo de una hora o de un siglo- no estén sujetas al azar?

Reconstrucción del mecanismo de Antikitera, computadora analógica mecánica de bronce que se cree servía para calcular las posiciones astronómicas en el siglo II a.C.

  Esos escrúpulos tan justos provocaron al fin una considerable reforma, cuyas complejidades (agravadas por un ejercicio de siglos) no entienden sino algunos especialistas; pero que intentaré resumir, siquiera de modo simbólico.
Imaginemos un primer sorteo, que dicta la muerte de un hombre. Para su cumplimiento se procede a un otro sorteo, que propone (digamos) nueve ejecutores posibles. De esos ejecutores, cuatro pueden iniciar un tercer sorteo que dirá el nombre del verdugo, dos pueden reemplazar la orden adversa por una orden feliz (el encuentro de un tesoro, digamos), otro exacerbará la muerte (es decir la hará infame o la enriquecerá de torturas), otros pueden negarse a cumplirla... Tal es el esquema simbólico.
En la realidad el número de sorteos es infinito. Ninguna decisión es final, todas se ramifican en otras. Los ignorantes suponen que infinitos sorteos requieren un tiempo infinito; en realidad basta que el tiempo sea infinitamente subdivisible, como lo enseña la famosa parábola del Certamen con la Tortuga. Esa infinitud condice de admirable manera con los sinuosos números del Azar y con el Arquetipo Celestial de la Lotería, que adoran los platónicos...
Algún eco deforme de nuestros ritos parece haber retumbado en el Tíber: Ello Lampridio, en la Vida de Antonino Heliogábalo, refiere que este emperador escribía en conchas las suertes que destinaba a los convidados, de manera que uno recibía diez libras de oro y otro diez moscas, diez lirones, diez osos. Es lícito recordar que Heliogábalo se educó en el Asia Menor, entre los sacerdotes del dios epónimo.
Las rosas de Heliogábalo.  Lawrence Alma-Tadema (1836–1912)
 También hay sorteos impersonales, de propósito indefinido: uno decreta que se arroje a las aguas del Eufrates un zafiro de Taprobana; otro, que desde el techo de una torre se suelte un pájaro; otro, que cada siglo se retire (o se añada) un gramo de arena de los innumerables que hay en la playa. Las consecuencias son, a veces, terribles.

Taprobana, Sri Lanka

Bajo el influjo bienhechor de la Compañía, nuestras costumbres están saturadas de azar. El comprador de una docena de ánforas de vino damasceno no se maravillará si una de ellas encierra un talismán o una víbora; el escribano que redacta un contrato no deja casi nunca de introducir algún dato erróneo; yo mismo, en esta apresurada declaración he falseado algún esplendor, alguna atrocidad. Quizá, también, alguna misteriosa monotonía...

Nuestros historiadores, que son los más perspicaces del orbe, han inventado un método para corregir el azar; es fama que las operaciones de ese método son (en general) fidedignas; aunque, naturalmente, no se divulgan sin alguna dosis de engaño.
Por lo demás, nada tan contaminado de ficción como la historia de la Compañía... Un documento paleográfico, exhumado en un templo, puede ser obra del sorteo de ayer o de un sorteo secular. No se publica un libro sin alguna divergencia entre cada uno de los ejemplares. Los escribas prestan juramento secreto de omitir, de interpolar, de variar. También se ejerce la mentira indirecta.
La Compañía, con modestia divina, elude toda publicidad. Sus agentes, como es natural, son secretos; las órdenes que imparte continuamente (quizá incesantemente) no difieren de las que prodigan los impostores. Además ¿quién podrá jactarse de ser un mero impostor? El ebrio que improvisa un mandato absurdo, el soñador que se despierta de golpe y ahoga con las manos a la mujer que duerme a su lado ¿no ejecutan, acaso, una secreta decisión de la Compañía?

Ese funcionamiento silencioso, comparable al de Dios, provoca toda suerte de conjeturas. Alguna abominablemente insinúa que hace ya siglos que no existe la Compañía y que el sacro desorden de nuestras vidas es puramente hereditario, tradicional; otra la juzga eterna y enseña que perdurará hasta la última noche, cuando el último dios anonade el mundo. Otra declara que la Compañía es omnipotente, pero que sólo influye en cosas minúsculas: en el grito de un pájaro, en los matices de la herrumbre y del polvo, en los entresueños del alba. Otra, por boca de heresiarcas enmascarados, que no ha existido nunca y no existirá. Otra, no menos vil, razona que es indiferente afirmar o negar la realidad de la tenebrosa corporación, porque Babilonia no es otra cosa que un infinito juego de azares.

La lotería de Babilonia
Jorge Luis Borges




sábado, 19 de mayo de 2012

¿OCLO...QUÉ?


Butterfly 3

Don Polibio le decía a su esposa Historiae, ¡esto es una oclocracia!
Y como ella no entendía un pito y se lo quedaba mirando...se lo aclaraba...
Es la tiranía de las masas incultas y el uso indebido de la fuerza para obligar a los gobernantes a adoptar políticas, decisiones o resoluciones desafortunadas.

Pero ella no lo captaba, cosa disculpable porque las cónyuges griegas del 120 a.C. no eran todo lo cultas que hubieran querido y ninguna de las otras tenía que bancarse un marido como el de ella, el historiador antiguo que más ha escrito sobre la historia, sobre la forma de hacer Historia y precursor de la disciplina de la Teoría de la Historia.
Butterfly 3
Más luego, otros maridos, como Aristóteles, Pericles, Giovanni Sartori, Juvenal, Shakespeare, Lope de Vega, Ortega y Gasset o Tocqueville advirtieron a sus cónyuges de un permanente peligro para la democracia popular:

Butterfly 3  "...el interés de los oclócratas que ejercen el poder para hacer degenerar la democracia en oclocracia con el objetivo de mantener dicho poder de forma corrupta, buscando una ilusoria legitimidad en el sector más ignorante de la sociedad, hacia el cual vuelcan todos sus esfuerzos propagandísticos y manipuladores".

Y nada...ellas tampoco los oyeron.

Hasta que llegó un franchute, encantador él, que atrajo las miradas y las orejas y habló hasta por los codos dejando algunas frases más o menos concatenadas que llegaron hasta nuestros días. Por ejemplo:

"En el desarrollo de la oclocracia, sólo se tiene en cuenta de una forma superficial y burda los reales intereses del país, dirigiéndose el objetivo de la conquista al mantenimiento de un poder personal o de grupo mediante la acción demagógica en sus múltiples formas". "Ello apelando a emociones irracionales mediante estrategias como la promoción de discriminaciones, fanatismos y sentimientos nacionalistas exacerbados; el fomento de los miedos e inquietudes irracionales; la creación de deseos injustificados o inalcanzables, para ganar el apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la oratoria, la retórica y el control de la población".
"La apropiación de los medios de comunicación y de los medios de educación por parte de dichos sectores de poder son puntos clave para quien busca esta estructura de gobierno, a fin de utilizar la desinformación".

Y agregó...


"Así se mantiene un dominio sobre masas en movimiento que hacen valer sus propias instancias, inmediatas e incontroladas, creando la ilusión de que se impone un legítimo poder constituido sobre la voluntad popular.  
 Sin embargo, en El Contrato Social falta la piedra angular, es decir, la voluntad general de unos ciudadanos conscientes de su situación y de sus necesidades, una voluntad formada y preparada para la toma de decisiones y para ejercer su poder de legitimización de forma plena.  
De esta forma, en la oclocracia, la legitimidad que otorga el pueblo está corrupta, pasando el poder del campo de los políticos al campo de los demagogos."

SI UD. SEÑORA MODERNA, HA COMPRENDIDO DE QUÉ HABLABA ROUSSEAU, EL FRANCESITO DE MI HISTORIETA, PODEMOS CONTARLE A SU ESPOSO...CÓMO SE AVIVÓ DE QUE ESTO, NO ES UNA DEMOCRACIA.

Butterfly 3



Butterfly 3



martes, 15 de mayo de 2012

ANTI RELIGIO. PERSONALIS


Tránsito en espiral. Remedios Varo (1908-1963)



Mi querida amiga necesita transmitirme sus creencias y me envía un ingenioso diálogo supuestamente desarrollado entre Einstein y un profesor, que don Felipe de Urca, obviamente catequista,  anda distribuyendo por ahí.
El sólo acudir al nombre de Einstein para uno de sus protagonistas muestra la flaqueza de la propuesta. Necesita el apoyo de un famoso. Aún cuando fuera una anécdota veraz en cuanto a haber sucedido, se atribuye al famoso que no reeditó su éxito gravitacional cuando desdeñó la cuántica por verla reñida con Dios.
Adelma querida, al respecto te diré que el diálogo anterior es propiamente un sofisma... Y los sofismas tienen una fama peyorativa desde el siglo V antes de Cristo.

Platón criticaba a los sofistas por su formalismo y sus trampas dialécticas, pretendiendo enseñar la virtud y a ser hombre, cuando nadie desde un saber puramente sectorial, como el del discurso retórico, puede arrogarse tal derecho.

La primera exigencia de esa areté (virtud) era el dominio de las palabras para ser capaz de persuadir a otros.
"Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles", dice Protágoras.

En su Filosofía, Gorgias dice (Tesis 1: Nada existe ,Tesis 2: Si algo existiese, sería incognoscible, Tesis 3: Si algo fuese cognoscible, sería incomunicable) que con las palabras se puede envenenar y embelesar. Se trata, pues, de adquirir el dominio de razonamientos engañosos.

El arte de la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla. Llamaban a ese arte "conducción de almas". Platón dirá más tarde que era "captura" de almas."

En todo caso, el razonamiento del alumno del diálogo parece ser que todo lo que no se puede demostrar debe ser materia de fe...y eso es muy peligroso para la cordura.

Es preferible pararse en bases más firmes.
Nadie dice que no puedas creer en lo que se te ocurra. Pero teniendo tanta libertad para elegir, es mejor que la creencia parta de una misma y no hacer corporativismo con intereses de otros. Esto último es lo que se conoce como religión...y todas las religiones han sido muy peligrosas a lo largo de la historia de toda la humanidad.

Cuando era muy chiquitita (6 o 7 años), me gustaba el tema de la telepatía y la levitación y quería que algo se moviera con sólo pensarlo fuertemente...después crecí y me dí cuenta que tenía en mí, los elementos para hacerlo. Eran mis manos. Ahora estoy crecidita y siempre recurro a los elementos que están ya en mí.
Te quiero mucho amiga, pero la religión es para mí como el Tránsito en espiral de Remedios Varo, es el camino hacia un único lugar, bien delimitado y conducido por los creadores de la espiral.




domingo, 13 de mayo de 2012

Recordando lo bueno leído. Los límites de una democracia imperfecta


Rodolfo Terragno


Nota original

No son las internas ni la proliferación de candidatos. El problema es la falta de ideas y de acuerdos multipartidarios. Llevamos 27 años de democracia y, todavía, nuestro comportamiento exhibe rasgos antirrepublicanos.

Alergia a las elecciones internas.

El voto de los afiliados es, en todo partido democrático, imprescindible; pero algunos críticos juzgan que los comicios internos son, en el mejor de los casos, innecesarios. Prefieren que cada partido vaya, a las elecciones generales, con un “candidato natural”. O con el designado, a dedo, por algún Gran Jefe. O con el que decida, “por consenso”, un grupo de caciques partidarios.

La elección de Presidente es el gran banquete de la democracia.

No se lo puede reducir a un par de comidas congeladas. Mucho menos ahora, cuando las primarias abiertas y simultáneas -fiscalizadas por la Junta Electoral- perfeccionarán las internas. Eso, sin embargo, no acalla las voces disonantes. Hay quienes objetan que el voto es obligatorio. La objeción demuestra que no se comprende el propósito de las primarias: que el país entero haga de jurado en el casting de candidatos.

Psicología vs. política.

Para no errar, debemos estar preparados. La mayoría tiene, en democracia, un derecho supremo: nadie puede sobrepasar su voluntad.
Si se equivoca -y puede hacerlo, porque es la suma de individuos falibles- la corrección se hará en las urnas.

Conviene, eso sí, prevenir equivocaciones. Un primer paso es prestar más atención a los planes y equipos de un candidato, más que a sus rasgos psicológicos aparentes : fuerte o débil, carismático o distante, creíble o inescrutable. No es que las personalidades sean irrelevantes. Sólo el criterio psicológico no debe hipertrofiar. La democracia no es un concurso de simpatía . Al mirar a cualquiera que aspire a llevar las riendas, hay que imaginar cómo cabalgaría.

Alianzas electorales: que sí, que no.

La gente se queja de la fragmentación política. Quiere que los políticos “se unan” y “tiren para adelante”. Detesta el egoísmo y la vanidad de aquellos que se aíslan. Pero, si varios líderes aúnan fuerzas, muchos se vuelven críticos: rechazan que tal o cual dirigente o partido forme parte del acuerdo. Convertir a la Argentina en una democracia parlamentaria -como pretenden algunos politólogos- exasperaría a la mayor parte de los ciudadanos. En ese sistema, al Primer Ministro lo eligen los diputados. Cuando un partido victorioso no tiene la mayoría absoluta en el Parlamento, no puede formar un gobierno. Su única alternativa es negociar una alianza y repartir cargos.

Entre 2005 y 2009 Alemania fue gobernada por una coalición que integraban la Unión Demócrata Cristiana (UDC), de centro-derecha, y su tradicional enemigo: el Partido Social Demócrata, de centro-izquierda. También participó de ella el FDP, un partido liberal que promueve la economía de mercado. En 2009, la UDC se alió con el contestatario partido verde, antiguo promotor de la “desobediencia civil”, que en 1998 había hecho alianza con los socialistas. En cada uno de esos casos, la respectiva coalición acordó un plan mínimo para un período de gobierno. No abandonaron sus ideologías. No perdieron identidad. No se comprometieron a una unión permanente.

Aquí, acuerdos semejantes se reputarían adulterinos; y el reparto sería considerado una miserable componenda . Como si hubiera que optar por gobiernos frágiles -y la consiguiente inestabilidad política- con tal de evitar las concesiones mutuas, que son la base de cualquier acuerdo, sea político o no.

Que se bajen, que no se bajen.

La proliferación de candidatos irrita a muchos. “Es un festival de vanidades”, repiten, y reclaman que algunos desistan. No obstante, cuando alguien lo hace, se oye hablar de “deserción” y no faltan quienes se sienten “desilusionados” o “defraudados”.

En 2008, en los Estados Unidos, el Partido Demócrata tuvo once precandidatos a la Presidencia. Tres desistieron antes de las primarias. De los ocho que iniciaron la carrera, seis fueron abandonando de a uno. La competencia se redujo por fin a dos contendientes: Barak Obama y Hillary Clinton. Algo semejante ocurrió en el Partido Republicano. Que haya muchos postulantes es visto, en los Estados Unidos, como un signo de salud democrática. Algunos, por supuesto, no irán hasta el fin, pero la decantación también se considera saludable.

Propuestas vacías.

El verdadero problema no son las internas, ni las alianzas ni las carreras en las cuales largan muchos y terminan pocos.

La principal falla de la democracia argentina es la falta de ideas.

Un catálogo de buenos deseos no es un programa. La mera invocación de principios, tampoco. Debería reservarse la palabra “propuestas” para planes que indican el “qué y cómo”. Lo instrumental es, siempre, el meollo de un proyecto. Quien desconoce las herramientas a emplear, no puede prometer nada. No siempre se lo entiende. Hay algunos medios de comunicación más interesados en las riñas que en los planes. Al público, en general, le aburren las explicaciones “técnicas”. Si un candidato cae en ellas, mucha gente cambia de canal.

Para que crezca la esperanza . Es contra esa vaciedad y desidia que debemos luchar. Las internas cobran mayor sentido cuando los contrincantes tienen, cada uno, propuestas que merecen ese nombre.

Las alianzas son nobles cuando se asientan en propuestas cuidadosas y compartidas.

La pluralidad de candidatos es auspiciosa cuando cada uno sabe (o cree saber) cómo se llega a destino. Comprenderlo requiere un esfuerzo.

Gobernantes y gobernados debemos extender nuestra cultura democrática. Una democracia se vuelve fuerte cuando deja atrás los prejuicios, las riñas y la desmesura. Cuando se fija metas y comprende que, para alcanzarlas, hace falta la unión de fuerzas disímiles. Una unión que permita mantener, a través del tiempo, algunas políticas cardinales para promover el desarrollo económico y la justa distribución del ingreso.
Rodolfo Terragno
Mafalda, Quino

Rodolfo Terragno es uno de los políticos argentinos más ilustrados. Como si fuera un hombre del siglo XVIII, sus intereses son multidisciplinarios, lo apasionan por igual el derecho, la economía, la ciencia y el periodismo .

Obras publicadas
  • Urgente. Llamado al país, Buenos Aires, 2011
  • Diario Intimo de San Martin, Buenos Aires, 2009
  • Historia y futuro de las Malvinas, Buenos Aires, 2006.
  • La Simulación, Buenos Aires, 2005.
  • El peronismo de los 70, Buenos Aires, 2005.
  • Falklands / Malvinas, Buenos Aires, 2002.
  • Maitland & San Martín, Buenos Aires, 1998.
  • El Nuevo Modelo, Buenos Aires, 1994.
  • Proyecto 95, Buenos Aires, 1993.
  • La Argentina del Siglo 21, Buenos Aires, 1985, 1986, 1987, 1988, 1999.
  • The Challenge of Real Development, Boulder, Co., Estados Unidos, 1987.
  • Muerte y Resurrección de los Políticos, México D.F., 1981.
  • Memorias del Presente, Buenos Aires, 1984, 1985, 1986, 1987.
  • Contratapas, Buenos Aires, 1976.
  • Los 400 Días de Perón, Buenos Aires, 1974, 1975.
  • Los Dueños del Poder, Buenos Aires, 1972.
Cargos públicos ejercidos
  • Senador Nacional por la ciudad de Buenos Aires (2001-2007).
  • Vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del H. Senado (2006).
  • Jefe de Gabinete de Ministros del Poder Ejecutivo nacional (1999-2000).
  • Miembro del Grupo de los Cinco que condujo a la Alianza al gobierno (1997-1999).
  • Diputado Nacional (1993-1995; 1997-1999).
  • Vicepresidente, Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación (1997-1999).
  • Presidente de la UCR (1995-1997).
  • Ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación (1987-1989).
  • Secretario de Gabinete (1987).
Actividades académicas y profesionales
  • American Philosophical Society, Filadelfia, Estados Unidos (2010----)
  • Académico de número de la Academia Argentina de la Historia (2011----)
  • Académico de número del Instituto Nacional Sanmartiniano (2010----).
  • Consultor de la Organización de Estados Americanos (OEA), Washington D.C., Estados Unidos (2009)
  • London School of Economics, Londres. Investigador (1980-1982).
  • Institute of Latin American Studies, Londres. Investigador (1980-1982).
  • Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires. Profesor Adjunto (curso de doctorado, 1973).
  • Terragno & Asociados, estudio jurídico. Titular (1967-1976).
  • Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires, Abogado (1967).
Actividades empresarias
  • Editor, Lettres (UK) Ltd., Londres (1982-1987).
  • Director, Lettres S.A.H., Luxembourg (1982-1986).
  • Vice Presidente Ejecutivo y Editor, El Diario de Caracas C.A., Caracas, Venezuela (1979).
  • Vice Presidente, ALA Enterprises Inc., Nueva York, Miami (1982-1987).
  • Editor, revista Cuestionario, Buenos Aires (1973-1976).
  • Columnista, diario La Opinión, Buenos Aires (1971-1973).
  • Editor en Jefe, revista Confirmado, Buenos Aires, (1967-1968).
  • Presidente, Terragno S.A. de Industrias Químicas (1970-1976).
Condecoraciones
  • Ordre National du Mérite, République Française, conferida por el Presidente François Mitterrand, 1987.
  • Cavaliere di Gran Croce, Repubblica Italiana, 1987.
 









sábado, 14 de abril de 2012

Tener la manija






No sé si está bien o está mal. 
Sólo sé que hay que tener las ideas muy claras y una determinacion y convicción muy importantes.
La aceptación de estas actitudes puede que sea una prueba de madurez y de respeto hacia la dignidad del otro.
La religión determina otra cosa, que la decisión esté afuera, en la inoperabilidad total del "equipo", o en el azar. 

¿Habrá sido amor? ¿Cuál es su opinión?



Edward Downes (85) y su esposa Joan (74) vivieron una vida plena. Él fue un destacado director de orquesta británico. Ella una bailarina. Estuvieron casados 54 años y tuvieron dos hijos. Eran una pareja afortunada. Pero su felicidad se vio empañada en los últimos años por serios problemas de salud. A principios de mes, Edward y Joan tomaron una decisión: terminar con sus vidas. Viajaron a Suiza y se internaron en una clínica especializada en suicidios asistidos, donde fallecieron el viernes pasado. "Murieron en paz y en las circunstancias que ellos eligieron", explicaron sus hijos.

Downes llevaba cuarenta años como director de la Orquesta Filarmónica de la BBC, en Londres. Era un hombre reconocido en el ambiente artístico: había sido premiado en numerosas oportunidades y en 1991 recibió el título de caballero de la reina Isabel II de Inglaterra.
Su vida personal también fue afortunada. Se casó con Joan, una bailarina de ballet que luego trabajó como coreógrafa y como productora de televisión, y tuvo dos hijos con ella: Caractacus y Boudicca.
Sus familiares contaron que ambos "vivieron al máximo y se consideraban extremadamente afortunados de haber tenido vidas tan gratificantes, tanto en lo profesional como en lo personal''.
En los últimos tiempos, la salud del matrimonio se deterioró. Downes "estaba prácticamente ciego y sordo", declararon sus hijos en un documento publicado por la cadena BBC. Más delicado era el estado de su mujer, quien padecía una enfermedad terminal.
Esa situación fue demasiado para ellos. En los primeros días de julio, Edward y Joan tomaron una determinación. No iban a seguir así. Juntos viajaron a Suiza, a la clínica Dignitas -una institución especializada en eutanasia- y terminaron con sus vidas.
"Después de 54 felices años juntos, decidieron poner fin a sus vidas en vez de seguir luchando con sus serios problemas de salud", dijeron Caractacus y Boudicca, quienes destacaron que sus padres "murieron en paz y en las circunstancias que ellos mismos eligieron".


 Nuevamente me pregunto
USTED,  ¿QUÉ HARÍA?