A CAUSA DE ... LAS CAUSAS
Borges me ha llamado...
y la memoria del reloj
muestra que no fue el primero.
El caos de las nubes del desierto
habita en la forma de mis alas
y Chuang Tzu me ha soñado.
Crece la entropía entre mis versos
desconfiando del Paraíso ordenado,
crece en la casa de Bohr...
donde sí se juega a los dados.
Mónica Forte
En el dique del Pabellón de Piedra, en Kuaichi, se yergue un gran arce. El tronco se ha podrido y está hueco; así, cuando llueve, el árbol vacío se llena de agua. Un vendedor que pasaba por el lugar con un cargamento de anguilas, puso, por divertirse, una de ellas en el tronco podrido.
Como las anguilas no se dan en los árboles, cuando los aldeanos la vieron no dudaron que se trataba de una anguila sagrada. Construyeron un templo junto al árbol, sacrificaban ganado cada día y llamaron al lugar Templo de la Madre Anguila.
Creían que los que rezaban en el altar tendrían sin duda buena suerte, y los que ofendían al dios serían perseguidos por la desgracia.
Cuando el vendedor volvió por este mismo camino y vio lo que había pasado, se llevó la anguila para hacer con ella un caldo.
Así dejó de ser sagrada